PRESENTE Y AÑORANZAS...




Hay ocasiones, de tanto en tanto, que vienen bien para resaltar las diferencias entre aquello que es muy bueno y lo que lisa y llanamente no lo es. Para prueba, si así puede definirse la cosa, estuvimos escuchando largamente, aunque por etapas, la emisión de Continental.

¿Por qué?. Porque la franja de la 1 a las 5 de la tarde (era jueves 5) tuvo alternativas imperdibles, como casi siempre que Fernando Bravo y equipo están frente al micrófono, desde dónde fuere. Claro que no todos los conductores tienen la suerte de rodearse de un entorno que resalte las capacidades propias. Un ejemplo: Alfredo Leuco, “un lujo” de panelista. Pero, además, cada uno de los que alternativamente “mechan” sus intervenciones, están a la par. Y eso puede hacerlo una radio como esa, Continental; y no todas, es verdad.

En la tarde que nos ocupa, hicieron un enlace con el responsable de turno del faro de Punta Mogotes. ¿Puede convertirse en interesante ese tema?. Sí, por supuesto, cuando el entrevistador sabe preguntar; y por si eso fuera poco, del otro lado hay quien responde sabiendo de qué se trata y, algo más, encima demuestra pasión inocultable por su trabajo. ¡Una maravilla!.

Después, la historia de Marilyn Monroe, aquella belleza incomparable de los ’50, que decidió irse, el 5 de agosto de 1962. Cuarenta y ocho años después, de la mano de los columnistas de Bravo, recordamos que aquel lejano día del siglo que se fue, tuvimos que escribir (era la tarde de un soleado pero frío domingo) la columna dedicada a una figura cuya muerte fue nota (¿podía ser acaso de otra manera?) aquel día.

Entonces también –porque atesoramos vivos recuerdos de una trayectoria personal tan azarosa como cautivante, aún desde crónicas pueblerinas, casi de campo, a las que dedicamos más de la mitad o un poco más de nuestra carrera– a cuantas personalidades de renombre, cada una en lo suyo, nos tocó entrevistar cuando no había celulares (para ubicar fácilmente a un personaje); ni Internet, ni Facebook, ni correo electrónico, ni nada que se le parezca.

Y esto viene a cuento por la falta de respeto de aquellos que hoy en día creen que periodismo es únicamente el suyo y encima “lo ensayan”, con una precariedad inadmisible y una soberbia intolerable, porque no ya desconocen de qué hablan, sino que, obvio, dudan incluso a la hora de referirse a cuestiones elementales. Pero eso sí, juzgan, con una ligereza rayana en la mala educación (o algo peor).

Bravo, esa tarde reciente (la del jueves 5) repasó, con toda la elegancia y el buen gusto que lo caracterizan (aún al momento de una chanza) la historia de la cerveza Schneider (también la tradicional Santa Fe), en una entrevista de las que son verdaderamente imperdibles. Así se hace micrófono; así se transforma en un deleite aquello que, por mal manejo de tiempos, preguntas y respuestas, puede convertirse en sólo “un chivo más”, aunque no sea, para nada, ese el propósito.

Esta suerte de presentes y añoranzas (según los temas de cada día) nos dio lugar a otro recuerdo, por cierto imborrable, del más de medio siglo transcurrido en el oficio. Sobre mediodía, en esa jornada, supimos de la infausta nueva del fallecimiento del profesor Pedro González Prieto. ¡Profesor!, de aquellos, que por décadas transmitió sus conocimientos a legiones de alumnos.

Porque el periodismo, contra lo que algunos creen y pregonan, no empezó con la nueva ley de medios (que debería contener algunas exigencias que eleven la calidad del sistema, no como censura, pero sí pidiendo elementales requisitos para jerarquizar el uso de micrófonos y pantallas), evocamos el momento en que hicimos la cobertura periodística en la novel UNS, en el comienzo de los ’60.

Por entonces, “Pedrito”, era no sólo catedrático de nivel, dando clase, sino uno de los luchadores infatigables de la casa de altos estudios, como uno de los más notorios representantes del claustro de profesores, pero también un hombre de diálogo permanente con los estudiantes; un consejero, al fin, que no supo de desmayos a la hora de estar, ¡siempre, presente!, en la búsqueda de una universidad mejor desde sus inicios. Estuvimos ahí, como periodistas (porque algunos advenedizos, que también los hay en el oficio, no tienen de eso, y tampoco de otras cosas afines, ni la más remota idea). Y ¡cuidado!, no es que “periodismo era el de antes”. Ciertos protagonistas, influidos por el ambiente, dejan hoy bastante que desear, y esos son, precisamente, los “más creídos”, y por eso menos confiables.

No cambiamos el ángulo, porque también esto es una “melange” entre lo pasado y lo presente. El mismo jueves (5), por rara coincidencia, homenajearon a Néstor De la Iglesia, durante el noticiero de la noche, por Canal 9. Y lo visto demostró cómo, con todo respeto y no pocas emociones, pueden conciliarse figuras de otras épocas con las que intentan serlo (¿por qué no?, lo consigan en mayor o menor grado, pero en ambos casos con similar derecho) de estos tiempos hacia adelante, porque gozan del inapreciable de una juventud bien entendida.

Néstor no se iniciaba, pero no le andaba lejos, cuando nosotros nos fuimos del multimedio que una empresa era por entonces. Pero lo escuchamos y lo vimos, por largo tiempo, después, ejerciendo el periodismo. Fundamentalmente, el televisivo. Y, sinceramente, compartimos con sumo gusto los minutos que, introducidos por un joven, el de “Telepálpitos”, Sebastián Schapiro, que ¡vaya si hace honor al apellido! (nada menos que el de su papá, el indiscutido Néstor), le dedicaron todos los que integran la familia del canal. No hubo quien no lo saludara en su cumpleaños. Jugaron incluso, con las fechas. ¿Ni tantos años, ni tan pocos, verdad Néstor?. Adherimos… y ¡que sean muchos más!, aunque desde este sábado (7), sea para sufrir una vez, como siempre, con Racing.

Y bueno, se nos terminó la franja que tuvimos presente, este jueves (5), en la radio; y esperamos que llegaran Carlos y Cristina (“Del dicho…”), a las 6; y una hora después, Víctor Hugo y “Competencia”, desde las 7. En esa pausa, fuimos hasta Olimpo (por la vuelta a Primera, claro) y en el camino encontramos a Rubén Baltián (de la etapa intermedia entre la nuestra y la actual. Echamos un párrafo, porque hay hechos comunes que enlazan épocas y que, salvo ironías que les quedan muy pero muy grandes a los irrespetuosos que siempre hay, felizmente, permiten que ésta, sin duda, sea una profesión atrapante desde el principio hasta el final.

Nos disponemos, de aquí en más, a seguir el fútbol grande, con el aurinegro en la “A”, pero también con los relatos del uruguayo y quienes, en su mismo equipo, están pisándole los talones. Los sábados, como éste (7), escucharemos “Otra vez juntos”, uno de los tantos disfrutes que nos permite la radio (840 AM), en la voz del “número uno”, Néstor Matoso, recordándonos tantas cosas que nos conmovieron en los años que se fueron y que están vivas, inalterables en secuencias y costumbres, como si estuvieran sucediendo hoy. Porque hay algo que no cambiará jamás: es el espíritu que les dio vida…

FOTOS

Néstor De la Iglesia: todos los saludos, todos, el pasado jueves (5). Muy buena adhesión en su cumpleaños.

Marilyn Monroe: sobre ella también escribimos, hace nada menos que 48 años. No había Internet, por si algún periodista advenedizo de estos tiempos no lo sabe. Ya entonces, eso sí, nosotros sabíamos de qué se trataba nuestro oficio.

Fernando Bravo: casi "de antes"; en un sobrio y positivo presente; y será siempre muy buen conductor.

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