LO QUE OCURRIÓ EN EL DEBATE DE CANAL 7

Editorial escrito por Sandra Crucianelli, el martes 16 de junio de 2009 para el sitio: www.sololocal.info.

Este domingo, mientras los periodistas de Canal 7 ultimábamos los detalles del primer debate de candidatos, varias bombas de estruendo se hicieron sentir frente al edificio de calle Blandengues.

Más tarde, los techos traseros retumbaron y ocurrió lo mismo sobre el acceso de calle Güemes. Para ese momento, se podía ver desde las ventanas que dan a la arteria del ingreso principal, cómo se disparaban estos elementos a pocos metros de las instalaciones en las que nos encontrábamos trabajando.

La protesta tuvo como protagonista a un grupo de trabajadores afiliados al SAT, el Sindicato Argentino de Televisión, básicamente personal técnico y operativo, quienes mantienen un conflicto con la gerencia del Canal, instancia que debería resolverse en el ámbito de la autoridad de aplicación. El grupo, de unas 25 personas, eligió la noche del debate de candidatos a concejal, para apostarse en el acceso al canal.

Pero la batucada, las pintadas y el reparto de panfletos no les resultó suficiente. Iniciada la transmisión, bengalas y pirotecnia de grueso calibre, impactaron esta vez sobre el techo del estudio, donde candidatos, periodistas invitados y conductores nos encontrábamos transmitiendo en vivo. Todos pudimos percibir los estruendos y las vibraciones que se generaron como consecuencia de los impactos. De repente, la transmisión se cortó, y a los pocos minutos se nos informó que el enlace entre la planta transmisora y el estudio se dañó a punto tal de dejar al debate fuera del aire.

Mientras la empresa no descartó que la interrupción se debiera al uso de la pirotecnia, el Sindicato desmintió que esa haya sido la causa del daño. Los peritajes técnicos echarán luz sobre esta cuestión.

Fue un milagro u obra de la suerte que no ocurriera una desgracia. Pero la vida de todos quienes estábamos allí fue puesta en peligro. Olvidándose de Cromagnon, de sus propios compañeros que cumplían turno ese día, olvidándose de los invitados, olvidándose de nuestros televidentes, olvidándose de todo, los manifestantes sólo pensaron en hacer daño. Ensuciaron el frente del canal, tiñiéndolo de agravios y apelaron a elementos pirotécnicos cuyo uso está vedado por el peligro que representan, manchando así su reputación al convertirse en infractores evidentes de una norma municipal, tantas veces denunciada.

La protesta o el reclamo sindical no tienen nada que ver con el daño. Éste, lejos de enaltecerla, la condena a una deplorable condición: al de la intolerancia y la violación de las normas que tantas veces cuestionamos, que tanto mal le han hecho a nuestro país y por la que se perdieron muchas vidas. Si querían exponer su caso, bien pudieron recurrir a otras instancias institucionales. Y si querían que los concejales presentes en el debate tomaran cuenta de sus peticiones, bien pudieron haber ido al Concejo Deliberante y pedir una audiencia, como han hecho otros, siempre que han tenido argumentos válidos que exponer. Pero de ningún modo hacer lo que hicieron.

En Bahía Blanca la pirotecnia está prohibida desde hace varios años. La utilización de bengalas y bombas de estruendo a pocos metros de un estudio de televisión, ocasionando que varias de ellas impactaran en los techos del estudio, no fue sino un ataque directo al espacio en el que nos encontrábamos tratando de ofrecer un plural debate de ideas con miras a las próximas elecciones legislativas.

Como periodista, sentí que mis derechos de transmitir en un marco de normalidad, fueron vulnerados, así como la seguridad de nuestros invitados, la de mis compañeros y la propia. Pero eso no fue todo. Ocurrió un hecho gravísimo: se privó a nuestra audiencia del legítimo derecho de recibir la transmisión en vivo que le habíamos prometido

Dañado en forma irreversible el enlace que permitía la transmisión en vivo, decidimos continuar con el debate, grabándolo y emitiéndolo en diferido con la menor diferencia horaria que fue humanamente posible.

A los afiliados al SAT les asiste el derecho de reclamar, pero no para manipular elementos peligrosos y expresamente prohibidos por la norma, que al menos si no dañaron el enlace –como sostiene el gremio- interfirieron claramente con el sonido de la transmisión. El uso de pirotecnia, plenamente comprobado esa noche, debería ameritar al menos, una actuación de oficio del Tribunal de Faltas. El intendente municipal debería estar impartiendo esta instrucción, y no se explica por qué aún no lo hizo, ya que su candidato fue testigo de los hechos.

El SAT no ganó nada con esta agresiva protesta. Muy por el contrario, perdió algo que, creo, le costará mucho recuperar: la capacidad de luchar con dignidad y respeto. Lo hizo el domingo a la noche, cuando atacó uno de los valores más preciados de la vida democrática: la libertad de expresión, la misma que sus integrantes, sólo cuando les conviene, dicen defender.


Nota del editor

El editorial firmado por Sandra en el sitio de Internet exime de mayores comentarios. Aún así, es realmente lamentable que haya ocurrido lo que tan claramente describe. ¡Y pensar que hemos visto, no hace mucho, alguna pancarta reclamando por derechos!. Los del prójimo también existen. ¿O no?.

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